viernes, 1 de diciembre de 2017

Sainte Chapelle. París, Agosto 2017.

La Sainte Chapelle se sitúa en la zona más antigua de París, en la Île de la Cité y junto con la Conciergerie formaban parte del Palacio de la Cité, sede del poder de los reyes de Francia desde el siglo X al XIV. De hecho es lo único que se conserva de este palacio. Es una auténtica joya.


Luis IX de Francia es el prototipo de monarca y caballero entregado a la causa de la fe, sobresaliente por su devoción y ascetismo. Fue el último rey europeo embarcado en la octava cruzada contra los musulmanes (la última) que ya no tenía sentido y murió en Túnez en 1270. Fue canonizado en 1297. Antes se había ordenado como franciscano seglar y había mandado construir la Sainte Chapelle para albergar las reliquias de la Pasión de Cristo.

Sección donde puede apreciarse la diferente altura entre las capillas
Estas reliquias fueron compradas a Balduino II de Constantinopla, por una gran cantidad de dinero, 135.000 libras tornesas, la mitad de los ingresos anuales del reino de Francia. Puede parecer exagerado pero en aquel momento, exhibir reliquias cristianas y fomentar las peregrinaciones era un gran negocio. Hoy, la Sainte Chapelle sigue siendo el tercer monumento nacional más visitado de Francia. Por otra parte, adquirir reliquias ligadas al imperio bizantino, reafirmaba al rey de Francia como sucesor del último emperador latino.

La corona de espinas en un pináculo

Montreuil proyectó un edificio sencillo de planta basilical y con un pequeño ábside semicircular, construido en menos de 10 años en estilo gótico radiante, como capilla real y relicario. Debido a su escaso tamaño no creo que se pensase como centro de peregrinación. Tiene una capilla baja destinada a los servidores de palacio y otra alta, donde se colocaron las reliquias desde el principio, a la que sólo podían acceder los reyes y grandes dignatarios. En su origen las capillas no se comunicaban; hoy hay una estrecha y angustiante escalera de caracol que lo hace.

Capilla baja
Durante la Revolución Francesa se cerró al culto y fue destinada como sede del Club de la Sainte Chapelle, grupo político de la Asamblea Electoral de París de 1791, realista y moderado. Posteriormente fue también archivo del Palacio de Justicia, hasta que en 1836 se decidió restaurarla. Su restauración duró entonces 26 años y en 1862 fue declarada Monumento Histórico.

Bóveda de la capilla baja
Lo más conocido de la Sainte Chapelle son las impresionantes vidrieras de la capilla alta pero sus esculturas y el exterior del edificio también son extraordinarios, aunque hayan sido restaurados, reconstruidos, durante el siglo XIX al gusto gótico, no dejan de ser una reinterpretación de lo original. En el exterior de la iglesia se puede ver claramente la vinculación de este edificio con la corona de espinas que aparece representada en los pináculos.

Capilla alta
Comparada con la capilla alta, la capilla baja sale perdiendo. Está dedicada a la Virgen y su aspecto actual se debe a la recuperación del siglo XIX. Resulta oscura, muy pequeña y de decoración muy recargada. El exceso de visitantes (algo que París debería de controlar en todos sus monumentos) y la colocación (totalmente inconveniente) de la tienda de souvenires contribuye, todavía más, a no apreciarla como se debería. Toda la iglesia está pintada, decorada con flores de lis doradas sobre fondo azul y torres doradas también sobre fondo púrpura que se corresponden con las armas de Blanca de Castilla, madre de San Luis y regente del reino durante su minoría de edad.

Programa iconográfico de las vidrieras

Colocándose debajo de la bóveda de crucería se tiene la sensación de estar bajo el cielo estrellado. Hay también algunas vidrieras de pequeño tamaño y bajorrelieves en forma de medallón con las imágenes de los doce apóstoles. A pesar de su pequeño tamaño resulta sorprendente que se sostenga sobre columnas tan delgadas (el secreto está en los contrafuertes del exterior del edificio).



En la realización de la capilla alta, destinada al culto privado de la familia real, se proyectó la decoración más suntuosa y exquisita. Mucho más alta y luminosa que la capilla baja, todo era poco para albergar la corona de espinas de Cristo y el resto de las reliquias. No por interés mórbido o escatológico sino por la gloria de la resurrección y la vida eterna en la Jerusalén celeste.


Hay quince vidrieras que exhiben 1113 escenas y un rosetón. Comenzamos frente al altar, por la izquierda y terminamos en el mismo punto después de rodear toda la capilla. Las catorce vidrieras narran episodios del Antiguo y del Nuevo Testamentos y el Rosetón sobre el Apocalipsis y el juicio final; la última de las vidrieras se ocupa de relatar la historia de las reliquias de la Pasión, desde su descubrimiento por Santa Elena hasta su llegada a Francia y es la única que se lee en bustrofedón (en forma de serpiente, desde abajo a arriba, empezando por la izquierda).


Las vidrieras están separadas y sostenidas por pilares y en cada uno de ellos figura también la estatua de uno de los apóstoles; su armazón metálico fue colocado durante la construcción del edificio. Extendidas ocuparían unos 600 metros cuadrados y, aproximadamente, un tercio de las mismas, fueron rehechas en la restauración del siglo XIX, colocándose nuevamente las partes mutiladas durante 1803. En 2012 han sido objeto de una nueva limpieza y restauración. 





Actualmente las reliquias se conservan en Nôtre Dame. 



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