lunes, 18 de septiembre de 2017

Novela: El cuento de la criada de Margaret Atwood (1985)

La autora.-
Margaret Atwood es escritora, profesora y activista social y política. Pertenece también a Amnistía Internacional y ha sido durante muchos años, y espero que siga siéndolo, candidata al Premio Nobel. En 2008 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y años antes también había recibido el Premio Booker, por El asesino ciego, el único libro que había leído suyo hasta ahora. Otras obras suyas son: Por último, el corazón, Nada se acaba, La maldición de Eva. 

Mi opinión.-
Nunca hasta ahora había estado leyendo una novela y viendo su adaptación en serie de televisión al mismo tiempo. No me ha pasado nada. No he tenido un cortocircuito ni una sobredosis. Todo bien. Debe de ser porque la adaptación era muy fiel a la novela y la novela espléndida. Ambas se complementan perfectamente.


Se la considera una distopía feminista pero yo no estoy nada de acuerdo con esta afirmación. Es una distopía sobre el sometimiento de las mujeres, y en menor medida también de los hombres, y de su capacidad reproductiva a un sistema político patriarcal, fascista que, o bien se inspira en el fanatismo religioso o bien utiliza la religión para imponerse. Y tampoco se la puede considerar como una proyección del futuro que nos espera, puesto que para algunas mujeres ese es su presente. Ya, en algunos países, las mujeres son valoradas, sus vidas están condicionadas y su capacidad reproductiva sigue controlada por los hombres y explotada en su propio beneficio. Así que yo consideraría que se trata de una ficción social con posibilidades de realización en un futuro.


En la novela predomina el monólogo interior y los flashbacks y únicamente conocemos el punto de vista de una de las criadas, Offred, antes llamada June, que, desde su situación actual, destinada como sirvienta reproductiva en casa de uno de los comandantes, recuerda su vida anterior (nuestra vida actual en cualquier país occidental) y también el proceso de adoctrinamiento que ha sufrido bajo el nuevo régimen. A mí me hubiera gustado que profundizase más en esas estrategias de adoctrinamiento y también me gustaría que, en el título se sustituyese criada por sirvienta, porque, en realidad, su posición social está únicamente determinada por su servicio como animal procreador.


Para las criadas las estrategias de adoctrinamiento, casi en exclusiva, se basaban en castigos corporales. Frente a la rebeldía, la desobediencia o la huida, existe una amplia variedad de castigos: desde romper las plantas de los pies con una vara a arrancar uno de los ojos o el clítoris, siempre cuidando de no dañar la capacidad reproductiva. Sin embargo, no sabemos nada de cómo se adoctrina a las otras mujeres ni a los hombres. En la serie de televisión, sí que algunos personajes que rodean a Offred tienen más relevancia y conocemos su historia por ellos mismos, en lugar de verse reflejados únicamente en los recuerdos de Offred. 


En Gilead, los antiguos Estados Unidos de América, después de unas guerras civiles y ciertas amenazas terroristas, se impuso este nuevo régimen fundamentalista y policial que jerarquiza exhaustiva y rígidamente las relaciones sociales, tanto individuales como colectivas. Por supuesto, los dirigentes son varones, blancos, de cierta edad y heterosexuales y deben de tener hijos, lo cual no es muy fácil. No se sabe por qué los índices de natalidad decrecen continuamente. Por esto, las mujeres fértiles, las criadas son destinadas a hogares de parejas no fértiles y son adoctrinadas para gestar, parir y entregar a los hijos que engendren con el dueño de la casa. Aunque son de exclusiva propiedad de éste, están bajo la tutela y vigilancia de la esposa.



Gilead, esta nueva sociedad más perfecta, se caracteriza por la existencia de una férrea jerarquía social. Las personas son ubicadas por el régimen en compartimentos estancos, en castas que no permiten ninguna fluidez. En cuanto al género femenino, en el puesto preeminente de esta jerarquía están las esposas. Educadas, en la obediencia y el silencio, para asistir y soportar la Ceremonia, la violación ritual con fines únicamente reproductivos entre el amo y la criada. A veces víctimas del régimen, a veces cómplices. En segundo lugar, están las criadas. Destinadas temporalmente a estos hogares nada más que para parir, son trasladadas a otros para evitar crear lazos emocionales. Para el régimen son mujeres descarriadas (lesbianas, divorciadas, mujeres sin hijos que priorizaban sus carreras profesionales), pero de gran valor por ser todavía fértiles. Las martas en tercer lugar son las mujeres trabajadoras; las tías, son las encargadas de adoctrinar a las criadas. Fuera de estos roles están las no-mujeres, las econoesposas y también las escasas viudas, aunque en la novela se insinúa que éstas últimas sufren algún tipo de exterminio programado.


Sabemos poco de los hombres de Gilead. Aparte de los comandantes, dirigentes del nuevo régimen, están los ángeles, soldados a los que se les permitirá casarse en un futuro y también los ojos, espías ocultos por todas partes, como corresponde a un estado policial. De lo poco que sabemos de ellos es que mantienen algunas costumbres antiguas, como irse de putas. Las putas ni siquiera existen en la jerarquía social de Gilead.


Respecto a la serie de televisión, tengo que decir que también me ha gustado mucho. La adaptación es muy fiel. Respeta en todo momento el monólogo interior y los flashbacks de la novela y recrea también ese ambiente de angustia y monotonía que vive la criada encerrada en su habitación, con luz y ventilación escasas y con unos primerísimos planos de la actriz asfixiantes. Aunque considero que hay una diferencia esencial. En la novela, Offred se acuerda con frecuencia de su madre, una feminista militante, que le advertía constantemente de que nunca los derechos obtenidos luchando están consolidados. Sin embargo, en la serie se da más importancia a los recuerdos sobre su marido. 


La interpretación de Elisabeth Moss es subyugante y la aportación de la fotografía muy cuidada está inspirada en los paisajes de Vermeer. Quizá el intenso color escarlata de las túnicas de las criadas sea una referencia a La letra escarlata de Hawthorne. También la música, muy actual y combativa, complementa perfectamente la narración. Y otra baza importante es la posibilidad de contrastar en tiempo real los pensamientos de Offred y su actitud exterior; de manera que, a veces, asistimos a situaciones de verdadero humor negro y cinismo, que la salvan de la desesperación y que son muy importantes para la estrategia de supervivencia que Offred se ha impuesto. Sin embargo, no me ha gustado esa tendencia a embellecer que, por norma, tienen la televisión o el cine. En este caso, en la novela la pareja de dirigentes asignada a Offred es bastante mayor que ella y poco agraciada. Cabello gris y cuerpo poco atlético para el amo y cierta minusvalía para la esposa, que debe moverse con muletas. En la televisión, por el contrario, la pareja está interpretada por Joseph Fiennes e Ivonne Strahovski, dos bellezones, y se insinúa un triángulo, más o menos erótico, entre ellos.


Lo más sorprendente para mí es que, en esta primera temporada, se ha adaptado toda la novela, así que me intriga mucho qué se va a hacer para la segunda temporada y en qué medida va a intervenir Margaret Atwood en ella. Hipótesis diferentes: Offred es transferida a otra familia y su tortura vuelve a empezar o se une a la resistencia o, chantajeada con la posibilidad de recuperar a su hija, llega a ser dirigente de este nuevo régimen. No sé. En cualquier caso, tanto la novela como la serie de televisión son muy recomendables. 



El cuento de la criada 
Margaret Atwood
Traducción: Elsa Mateo Blanco

Ed. Salamandra 

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