jueves, 11 de mayo de 2017

Exposición: Pasión por la libertad. Fundación Ibercaja

Durante el último año, la Fundación Ibercaja se ha embarcado en la exposición Pasión por la libertad, sobre la Ilustración en Zaragoza y los hombres que la protagonizaron y que tanto influyeron en el desarrollo de la ciudad. Muy interesantes. Terminará el 28 de mayo de 2017, así que aún quedan unos días para repetir. En realidad se trata de cuatro exposiciones, pero una de ellas no pude verla y ya terminó en enero, Pasión por el arte. En el edificio central de Ibercaja pueden verse Pasión por el progreso y Pasión por la Ilustración y en el Museo Alma Máter, Pasión por las personas.


Pasión por el progreso, lleva como subtítulo La Zaragoza de los Pignatelli. Y es que esta familia fue muy importante, especialmente Ramón y su hermano José, que llegó a ser santo. Ramón, político, canónigo y principal impulso del Canal Imperial de Aragón, también fue rector de la Universidad y Regente de la Real Casa de Misericordia, actualmente llamada edificio Pignatelli y que alberga a la Diputación General de Aragón. Intervino activamente en la pacificación de la ciudad después del Motín de los broqueleros y quedó constancia de que su sola presencia disuadía a los amotinados. Debió ser un hombre de gran inteligencia y vitalidad y dejó dicho aquello de que había padecido mucho por todo aquello que no le dejaban hacer.

Desde el Patio de la Infanta, Pignatelli nos observa
San José de Pignatelli no se quedaba tampoco corto. Fue jesuita y después de que la Orden fuese expulsada de España y que fuera declarada extinguida y se les prohibiese cualquier tipo de predicación, se empeñó en su restablecimiento. Como buen zaragozano, se considera que su perseverancia (cabezonería) hizo que Pío VI autorizara nuevamente la apertura de un noviciado. Hoy, el Centro Pignatelli de Zaragoza, fundado en 1970 y dirigido por la Compañía de Jesús, es lugar de diálogo religioso, filosófico, cultural y político. Atento a las necesidades de nuestra sociedad y de sus ciudadanos.

Patio de la casa del Fauno. Bernardino Montañés
Hubo muchos más ilustrados influyentes, en el ámbito local y también nacional. Roque Joaquín de Alcubierre, ingeniero militar que descubrió los yacimientos de Pompeya y Herculano. Manuel de Roda y Arrieta llegó a ser embajador en Roma y también ministro de Gracia y Justicia, monárquico y antijesuita, colaboró en la expulsión de la Orden aunque había estudiado con ellos. A lo largo de su vida creó una magnífica biblioteca que, sin embargo, hoy está en el Real Seminario de San Carlos en Zaragoza (y que tengo que enterarme de si se puede visitar), perteneciente a los jesuitas.


La única mujer que se menciona en esta exposición es Josefa Amar y Borbón, pedagoga y escritora. Aunque algunos la catalogan de feminista radical, sí que destacó por su laicismo y por su empeño en modernizar la sociedad y en impedir que las niñas se educaran en conventos.


Pasión por la Ilustración. La apuesta por el coleccionismo está situada en el magnífico Patio de la Infanta. El siglo XVIII fue un momento de esplendor para Zaragoza que se vivió también en la cultura. Gran parte de las obras de esta exposición pertenecen a la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, iniciada en 1776. Juan Martín de Goicoechea, comerciante y financiero, fue uno de los mecenas de la Escuela de Dibujo, germen de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis, situada en la Casa Zaporta que más tarde se llamaría la Casa de la Infanta.

Recreación del Palacio de los Condes de Fuentes
También Ramón de Pignatelli fue un gran coleccionista de dibujos italianos. Pero fue su hermano Vicente quien donó la colección a la Real Academia de San Luis. Del Álbum de Pompeya de Bernardino Montañés, prototipo de artistas viajero del siglo XIX, se exhiben también algunas acuarelas, utilizadas como documentos de estudio sobre las ruinas de Pompeya. Las excavaciones que dirigió Alcubierre, mencionado antes, se dedicaron a recuperar los restos de la vida diaria de estas ciudades romanas y no únicamente las esculturas que pudieran lucirse en los jardines de la realeza y de la nobleza. Ese fue uno de sus principales logros.

Nuestra Señora de Cogullada
La biblioteca de Manuel de Roda, también mencionado, llegó a tener más de veinte mil volúmenes. Los libros y las bibliotecas eran un factor de progreso y para el Marqués de Roda una auténtica pasión. Consiguió licencia de los inquisidores para leer y poseer libros prohibidos y dejó dispuesto en su testamento que se “conservasse la librería entera”.

Escritorio de Salamanca
En la última exposición, Pasión por las personas. La lucha contra la pobreza, también tiene un papel destacado Ramón de Pignatelli. Los Ilustrados querían iluminar la vida, desempolvar el país de viejas tradiciones y oscurantismo y modernizar. Modernizar era la palabra clave. Pero a diferencia de en otros países, la Ilustración en España y especialmente en Aragón fue dirigida por clérigos, por la Iglesia católica. Es sorprendente.

Recreación de una calle zaragozana
También la Iglesia estaba en proceso de transformación en ese momento. Puede que como hoy. Se trataba de abandonar el concepto de limosna dada a los necesitados como inversión para lograr la salvación del alma de los ricos y sustituirlo por el concepto de caridad que realmente trata de socorrer al humilde o al enfermo. Hoy “caridad” es una palabra bastante desprestigiada pero en aquel momento se consideraba que la caridad sería beneficiosa para el orden social, porque la caridad no era gratuita exigía un compromiso por parte del socorrido. La caridad que no era limosna se convertía en educación y trabajo para los pobres. De ahí la cantidad de obras públicas que se llevaron a cabo, entre ellas el Canal Imperial de Aragón.

La pasión por el saber les llevaba a coleccionar libros


Se fundaron escuelas de oficios para formar a los hombres; se construyeron templos y parroquias para dar trabajo a esos hombres y asistir a enfermos y huérfanos; se exigía el compromiso a la sociedad y a los gremios para la acción social porque, decía Ramón de Pignatelli que aumentando el número de fábricas se disiparía la holgazanería. Un ejemplo de ello fue la construcción de la Plaza de toros de la Misericordia que serviría para sufragar los gastos del Hospital y de la Casa de Misericordia, un hospicio.

Fuente de los incrédulos

Las exposiciones resultan muy interesantes, aunque a veces, me resulte extraño tanto compromiso por parte de la Iglesia Católica con los necesitados. En fin, los siglos transcurridos puede que embellezcan su actuación y, además, los documentos que han subsistido fueron escritos por sus miembros, así que también podemos desconfiar de la objetividad. Estamos acostumbrados, quizá, a ver la cara más abusiva de las instituciones por eso a mí, pensar en los hospicianos trabajando en los telares de la Casa de Misericordia, me produce algunos escalofríos. De cualquier manera, quedan todavía unos días antes de que se clausure esta exposición que invita a la reflexión.

Josefa Amar y Borbón 


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