jueves, 23 de marzo de 2017

Cine: Zona hostil de Adolfo Martínez (2017)

Yo hace tiempo que perdí los prejuicios que tenía contra el cine español. Y la verdad es que voy a ver películas españolas con bastante frecuencia y no salgo nada decepcionada. Además debemos apoyar las industrias de cine europeo frente al omnipresente cine de Hollywood que, en numerosas ocasiones, no tiene la calidad que debería tener. 

Zona hostil es una buena película, con un guion sólido e interpretaciones muy adecuadas. La fotografía es espectacular, amarillenta y asfixiante. Los personajes son reconocibles, bien dibujados y destacan por su sobriedad, aunque haya algunos diálogos que resultan bastante previsibles. Destaca, además, el protagonismo de un grupo, acostumbrado a trabajar en zona hostil y de manera tan coordinada que se entiende sin palabras.


La película está basada en hechos reales. Hechos que a mí me resultan incomprensibles, con toda seguridad porque no pertenezco a ningún ámbito militar. En agosto de 2012 en Afganistán, un helicóptero medicalizado español que acudía para evacuar a unos militares estadounidenses heridos, tuvo un accidente al tomar tierra y quedó inutilizado para retomar el vuelo. Como consecuencia de este accidente la dotación y los heridos tuvieron que pasar la noche esperando su rescate y también un ataque por parte del enemigo.


Esta es la parte que no entiendo. No hubiese existido ningún problema si se hubiese tratado de rescatar a los heridos y al personal médico y militar que había acudido a atenderles; pero se decidió rescatar también el helicóptero siniestrado. Para ello hubo de organizarse una operación mucho más complicada y como consecuencia de ello los militares y los heridos tuvieron que pasar una noche al raso y rodeados de insurgentes. Se trataba de que los afganos no pudieran presumir de haber abatido un helicóptero occidental, que además prestaba servicios médicos a la población civil; pero ¿era ésta una razón suficiente para arriesgar la vida de la gente? Debe de tratarse de algún simbolismo militar que yo no entiendo, pero respeto.


Está muy bien en la peli que el contrapunto dramático esté a cargo de una médica (y no un médico) militar que empieza a estar harta de ver morir a niños sin poder hacer nada por ellos. Y también que los actores que interpretan al resto de personajes, que representan modelos arquetípicos (el novato, el desencantado, el gracioso, el cínico), sepan dotarles de calidez y verdad. Pero también, puede dar en determinados momentos, una visión demasiado idealizada y buenista de una intervención militar occidental en un país musulmán en guerra más o menos provocada por Occidente. A pesar de esto merece la pena reconocer el esfuerzo de gente que se juega la vida en condiciones muy precarias.


Las Fuerzas Armadas españolas se quejan, con razón, de que no son muy bien vistas y menos respetadas por los ciudadanos españoles, aunque las cosas vayan cambiando. Pero es que no hay que olvidar que han tenido un pasado demasiado agresivo con la mayoría de la población. Por lo que respecta a esta película, no estamos tampoco en una glorificación gratuita del ejército, sino que más bien mantiene la narrativa de un documental emocionante. No obstante, se le pueden achacar dos defectos. Uno, un exceso de jerga que a veces resulta difícil de entender y dos, que al final no se sabe si el cruce de miradas entre la capitán Varela (Ariadna Gil) y el capitán Torres (Roberto Álamo) se debe a la camaradería militar, a una posible relación romántica o a una simple relación fraternal, pues ambos son cuñados. Resulta un poco confuso. Por lo demás, buena combinación de presupuesto limitado y mucho talento. Película muy recomendable. 


Director: Adolfo Martínez
Guion: Luis Arranz, Andrés M. Koppel
Música: Roque Baños
Fotografía: Alfredo Mayo
Intérpretes: Ariadna Gil, Roberto Álamo, Raul Mérida, Antonio Garrido, Ingrid García-Johnsson

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