jueves, 16 de febrero de 2017

Cine: Proyecto Lázaro de Mateo Gil (2016)

Los avances científicos suscitan dudas existenciales, dilemas morales y también preguntas de índole más práctica. El cine y, antes, la literatura tratan de explorar algunas de estas inquietudes.

En Proyecto Lázaro empezamos a vislumbrar la respuesta a alguno de estos interrogantes. En el año 2084, es posible resucitar a quien murió 70 años antes y desde entonces ha estado criogeneizado. Marc Jarvis, interpretado por Tom Hughes, tiene 32 años cuando le diagnostican un cáncer terminal. Es un joven profesional brillante que empieza a triunfar en su carrera y que está enamorado de Naomi (Oona Chaplin). No está preparado para recibir esa noticia, pero afortunadamente existe una esperanza, una oportunidad de volver a vivir.

Cuando Marc tiene el diagnóstico se ve obligado a tomar decisiones que no sólo le afectarán a él. El primer caballo de batalla es convencer a su familia y a sus amigos de que su decisión, morir y criogenizarse, es la correcta. El padre de Marc también murió de cáncer y todos saben cómo se enfrentó a la enfermedad. Parece que ninguno quiere repetir esa experiencia. Pero Marc, además, ha decidido irse antes de que la enfermedad haga estragos, para mantener su organismo en las mejores condiciones posibles para la vuelta. En el proceso de duelo por su vida, asistimos a sus recuerdos de infancia, adolescencia y primera juventud. Sus padres, su pandilla y sus amores. Hasta llegar a Naomi. Desde que decide gestionar su muerte, Marc se despide de la vida rodeado de luz.


El proceso de resurrección, sin embargo, es más oscuro. A pesar de mantener su organismo en buen estado, debe enfrentarse a ponerlo en marcha de nuevo. Aprender a respirar, aprender a caminar. Y todo ello en un entorno absolutamente desconocido. Y aunque el mundo no es tan diferente como el suyo, encontrarse sin familia y sin amigos, le ha dejado totalmente en manos de la ciencia y de sus representantes. La ciencia está representada por una empresa de criogeneización dispuesta a hacer historia y a ganar mucho dinero con ello; un doctor entusiasmado por haber conseguido resucitarle, después de varios y alarmantes fracasos; y la enfermera que se encargará de cuidarle y reubicarle en una vida que ya no es la suya. Que el médico se llame Víctor y la enfermera Elizabeth es un homenaje a los personajes de Frankenstein.


Hace unos meses leí El testamento de María de Colm Toibin, sobre la vida de la Virgen María después de la muerte de Cristo. Y allí, se mencionaba el episodio de la resurrección de Lázaro. Me sorprendió el tratamiento que el autor le dio. Lázaro no había pedido la resurrección y volver al mundo le suponía un dolor terrible, físico y mental. Pasaba sus días gritando desesperado y oculto en las sombras de su casa. Lo mismo le ocurre al protagonista de esta película. Aunque su decisión haya sido voluntaria quizá no haya sido acertada porque su vida ya no es lo que él esperaba y además no le pertenece. Se enfrenta a ser exhibido como una curiosidad ante un auditorio de inversionistas. El final de la película, sin ninguna duda, produce escalofríos.


La película me ha gustado. Tiene una fotografía y una música muy cuidadas y un guion que podía haber resultado sensiblero o futurista pero se muestra, en realidad, muy equilibrado. Recomendable. 


Dirección y Guion: Mateo Gil 
Música: Lucas Vidal
Fotografía: Pau Esteve Birba
Intérpretes: Tom Hughes, Charlotte le Bon, Oona Chaplin.

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