jueves, 17 de noviembre de 2016

Cine: A quiet passion de Terence Davies (2016)

No creo que nadie elija no adaptarse a su familia o a una época o a lo que la sociedad espera. Supongo que es algo que no se puede evitar. Siempre nos preguntamos por el inadaptado, qué problemas puede tener, qué expectativas tiene que no se cumplen, en definitiva, qué le falta; nadie se plantea la posibilidad de que tengan algo en exceso. O si se lo plantean, atribuyen la inadaptación a un exceso de sensibilidad. 

Habría que preguntarse si la inadaptada, en este caso, no tenía una lucidez excepcional que le hacía percibir más agudamente el escaso interés que puede tener a veces la vida. Emily Dickinson había nacido en Massachusetts en 1830, en una familia acomodada y culta, muy religiosa pero que procuró que tuviese una educación excelente. Sin embargo, para ella, su previsible futuro de señora casada no le parecía suficiente.



Esta película no es una biografía habitual. Pienso que, en realidad, lo que el director y guionista ha conseguida ha sido poetizar la vida de la autora, si se puede decir así. Insertar su poesía en las vivencias cotidianas que posiblemente la habían inspirado. Así nos presenta a una mujer con una fuerte personalidad, capaz de enfrentarse, siendo adolescente, a la directora de su colegio (que le auguraba el camino hacia el infierno) o a su padre (por el que siempre sintió un profundo amor). Nada podía hacerle desistir de intentar pensar por su cuenta y de no dejarse llevar por las verdades establecidas, ya fueran filosóficas o religiosas o inspiradas por el amor.



Una mujer con un tremendo sentido del humor que fue agriándose a medida que su mundo iba desapareciendo. Tampoco consiguió publicar muchos de sus poemas aunque escribió constantemente y los publicados fueron considerados un mero desahogo de señoritas frustradas. Su escapatoria fue pensar que si no tenía la fuerza suficiente para cambiar su destino y de paso cambiar el mundo, sí que tendría la determinación de que el mundo no la cambiase a ella.



Empezó por dejar de salir de casa; siguió recluyéndose para vivir su poesía en su habitación. Durante los últimos años de su vida, ni siquiera salía del dormitorio para recibir a las visitas y hablaba con ellas desde el quicio de la puerta. No sé si sentía miedo del mundo o desprecio por él o simplemente inapetencia porque su vida era mucho más rica así. No perdía su tiempo en cortesías que no la llevaban a ningún sitio y prefería dedicarse a sí misma y a su poesía. Aunque todo ello no le impedía cultivar un profundo amor por su familia o sus amigos.



Ahora sólo podemos asomarnos a su vida leyendo su poesía. Yo soy muy mala lectora de poesía y necesito comprarla en audiolibro. Por eso, he agradecido profundamente esta película y especialmente haberla visto en versión original. Cynthia Nixon ha hecho un trabajo de gran sensibilidad y fortaleza. Aporta al personaje dulzura, humor y una gran inteligencia que le hace cuestionar la vida y la muerte. He leído en una crítica de esta película que Emily Dickinson era una extraña para su época; habría que añadir que lo seguiría siendo en la nuestra también. Es una lástima pero no creo que hoy tuviéramos tiempo para ella.


Poesía, fotografía y música están perfectamente enlazadas en esta película. Los colores y las sombras de la casa crean la intimidad perfecta para poder saborear la poesía de Emily Dickinson y la voz de Cynthia Nixon aporta la emoción y la inocencia que podemos imaginar que la poetisa tenía.


"Se encuentra sola en su rebeldía, señorita Dickinson."



Guion y Dirección: Terence Davies
Fotografía: Florian Hoffmeister
Intérpretes: Cynthia Nixon, Jennifer Ehle, Duncan Duff, Keith Carradine, Catherine Bailey

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, deja tu comentario