lunes, 12 de septiembre de 2016

Novela: Don Quijote de la Mancha (segunda parte) de Miguel de Cervantes (1615)

El autor.-
Miguel de Cervantes y Saavedra (1547-1616) nació en Alcalá de Henares. Fue soldado, novelista y poeta. Peleó en la Batalla de Lepanto y fue cautivo en Argel. Otras obras suyas: La Galatea, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, Novelas Ejemplares. 

Mi opinión.-
Vivir loco para morir cuerdo, ¡qué pena! A esa conclusión llega don Quijote al final de su vida. En sus últimos momentos no sé si es consciente de la cantidad de burlas que ha sufrido durante toda la segunda parte de la novela, pero sí que reconoce que bien como don Quijote o como Alonso Quijano, fue un hombre bueno y trató de hacer justicia cuando le pareció necesario. Pero, llegado el momento final, reniega de su pasada locura por las novelas de caballería y sólo una condición impone a su sobrina, que se case con algún buen hombre no aficionado a estas novelas. Es la renuncia total al ideal de la caballería.



Cervantes publicó esta segunda parte en 1615, un año antes de morir. Tenía ya 70 años y quiero creer que escribió con total libertad sobre la condición humana. Especialmente sobre la crueldad. Como escribía Nabokov en su Curso sobre el Quijote, en la primera parte don Quijote se enfrenta a peligros y a bribones que ponen su integridad física en peligro, pero en la segunda es sometido a todo tipo de burlas y engaños por parte de embelecadores, únicamente para que personajes ociosos y abusivos se diviertan. Los duques que le acogen en su casa, son buen ejemplo de esa clase ociosa que no tiene otra cosa que hacer que burlarse de los demás.



Sin embargo, aunque las burlas son evidentes, don Quijote no las distingue. No por falta de inteligencia, sino por falta de maldad. Vive tan ensimismado en su mundo de justicia ideal, penando por la inalcanzable Dulcinea, que es incapaz de detectar la maldad de los burladores. Única y paradójicamente, percibirá la mayor burla de todas, aquélla en la que un escritor (que para Cervantes no merece ese nombre) inventa historias sobre su vida. A mí me parece que el hecho de que un personaje de ficción sufra y se queje de que alguien invente su vida es rizar el rizo, es sobrepasar con creces los límites de la ficción y la escritura.



Don Quijote no es el único objeto de burlas. Sancho Panza, que llega a convertirse en un personajillo bastante odioso, también sufre lo suyo. Los duques le nombran gobernador para reírse de él, pero esto no es lo peor. Sancho también ha intentado burlarse de don Quijote haciéndole creer que Dulcinea ha sido víctima de un conjuro y los duques, alentados por un falso mago Merlín y para librar a Dulcinea del conjuro, exigen que Sancho Panza se dé unos buenos azotes en el trasero y así romper el maleficio. Sancho muestra poca disposición a salvar a la sin par Dulcinea, es cobarde y cicatero, materialista e interesado, “corazón de mantequillas” lo llama don Quijote. A pesar de todo esto, don Quijote no es capaz de dejar a su escudero ni de castigarle para que se enmiende. Todo el camino se mantendrán unidos.



Al final don Quijote abandona el palacio de los duques pero, lamentablemente, no llegará a Zaragoza. Para desmentir al escritor que ha falseado sobre su vida decide continuar su viaje hacia Barcelona. Allí sí encontrará una aventura de verdad. Se encuentra con el bandolero catalán Roque Guinart (basado en un bandolero real), generoso y magnánimo que se hizo bandolero por venganza. Con Roque encuentra la verdadera aventura y don Quijote deberá enfrentarse a su propia cobardía. Esto es lo que le hace volverse cuerdo y dejar de pensar en su idealizada vida de caballero. Enfrentarse con la realidad será su mayor derrota. Reconocer que el mundo no es lo que pensaba y que él mismo no es quién pensaba es su verdadera desilusión. Como nos pasa a todos. Me ha dado pena dejar al caballero así, tan desilusionado.

He leído una edición de Everest con ilustraciones de Vela Zanetti a veces muy amargas, pero muy bonita. 





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