jueves, 30 de julio de 2015

Exposición Fotografía: Enrique Meneses. La vida de un reportero (2015). PhotoEspaña'15

Al final de su vida necesitaba oxígeno
Enrique Meneses ha sido sin duda el mejor fotoperiodista de la historia del periodismo español. Para la mayoría de sus colegas injustamente olvidado, pero yo creo que a él no le importaba demasiado el gran público. Vivió su vida a tope y fue testigo de los acontecimientos más importantes, nacionales e internacionales, de la segunda mitad del siglo XX. La primera referencia que tuve de él fue un programa de radio, hace un montón de años, en el que se narraba su aventura por Sierra Maestra con Fidel Castro.

En esta exposición se hace una retrospectiva homenaje con motivo de su muerte en 2013. No es un fotógrafo que se distinguiera por su técnica depurada, era más bien puro instinto e inmediatez. Encuadres simples e iluminaciones naturales, eran sus medios habituales para comunicar. Porque en eso consistió toda su trayectoria, en vivir apasionadamente y comunicarlo.

Había vivido y estudiado en Francia durante la Guerra Civil española y no le fue difícil encontrar trabajo como corresponsal de prensa internacional después de la II Guerra Mundial. En los años 1950-1960, entrevistó y fotografió a Fidel Castro (antes del triunfo de la Revolución Cubana) y a Nasser, también a Martin Luther King en 1963 durante la marcha a Washington por los Derechos Civiles; otros acontecimientos a los que asistió fueron la boda de los reyes Juan Carlos y Sofía o el viaje de Kennedy por Europa, donde dijo aquello de "yo también soy berlinés", en un momento en que la guerra fría estaba a punto de convertirse en guerra muy muy caliente. 


Todos estos documentos históricos (pasan ya de la condición de simples fotografías) se pueden encontrar en esta exposición. Y también ejemplares de los libros que escribió y una vieja máquina de escribir. Como él decía quería sentir la historia en su carne. Y no cabe duda de que lo consiguió. En el documental que puede verse también en la exposición, otros compañeros como Gervasio Sánchez o Rosa María Calaf, hablan de él con pasión y mucho cariño. Pocos meses antes de su muerte, con más de 80 años, seguía muy activo en las redes sociales (todavía sigue “vivo” su perfil de Twitter) y decía en una de sus últimas entrevistas que el futuro del periodismo está en los bloggers. Hasta aquí hemos llegado (2006) fue su último libro. 

Fidel Castro en Sierra Maestra



Enrique Meneses se encargaba de explicar que la luz del centro de la fotografía no es una bombilla, puesto que en Sierra Maestra no había electricidad. Era la luz de una vela. 

Los Kennedy en Viena



PhotoEspaña'15
Canal Isabel II - C/ Santa Engracia 125, Madrid

Del 16 de abril al 26 de julio 

lunes, 27 de julio de 2015

Cine: Foxfire de Laurent Cantet (2012)

Me llamó la atención de esta película que abordase el tema de las bandas de chicas adolescentes,
conflictivas pero todavía no delincuentes declaradas. No es un tema habitual en el cine. Muchas feministas nos quejamos de que el cine es machista y exigimos más papeles y mejores para las mujeres y sobre todo que incluyan la diversidad de las distintas maneras de ser mujer.

Es una película de Laurent Cantet (Palma de Oro en Cannes por La clase) basada en la novela de Joyce Carol Oates del mismo título (que todavía no he leído). La acción se desarrolla en Estados Unidos, en los últimos años de la década de 1950. Varias chicas de personalidades diferentes forman una banda liderada por la carismática Legs. No tienen el rumbo bien definido y esto es algo que se entiende perfectamente. Las mujeres que no quieren seguir las normas establecidas para nosotras y que no quieren asumir los roles tradicionales apenas tienen referentes. Hay pocas “triunfadoras sociales” dentro de la historia de la humanidad. Existen escritoras, pintoras, a partir de los años 1960 también hay políticas; pero son muy pocas y a veces son grandes desconocidas (sobre todo las clásicas). No tenemos “ídolas” que hayan triunfado como los futbolistas, toreros o grandes empresarios hechos a sí mismos.

Así que si una adolescente se planteaba dejar su hogar (en el que es víctima de constantes abusos, sexuales o no) no tenía un modelo claro de lo que podía hacer. Pero tenía casi todas las papeletas para terminar trabajando de puta.

La película resulta bastante confusa. Se tratan demasiados temas sin profundidad y bastante deprisa, aunque paradójicamente el metraje sea demasiado largo. Rita, Madeleine, Violet y otras más han sufrido distintos tipos de abusos. Sus padres las ignoran, sus tíos intentan meterles mano, sus profesores se ríen de ellas por ir demasiado maquilladas, los adolescentes matones las arrinconan y se dedican a sobarlas. Sufriendo esas condiciones deciden alquilar una casa (con el dinero que empiezan a conseguir de manera poco ortodoxa) y vivir todas juntas. Crear, casi casi, una república de mujeres pero con bases muy poco sólidas. Apenas les une el tatuaje que se hacen en la espalda.


Además, ellas mismas también caen en una dinámica excluyente. Por esto deciden que una adolescente negra no puede pertenecer a su grupo, sólo porque es negra. No son santas ni solidarias; viven en un país donde el individualismo es religión. Así que por qué iban a ser solidarias si nadie les ha enseñado cómo.

Gamberradas para vengarse del orden patriarcal que les impone silencio y pequeños hurtos para subsistir, se mezclan con un mensaje comunista idealizado y bastante ingenuo. La lideresa del grupo, Legs representa la conciencia política y el ímpetu de la juventud. Pero termina pasando una temporada en un reformatorio y a partir de entonces las cosas sólo irán a peor. Paradójicamente, esta banda de chicas que lucha contra los estereotipos y la jerarquización de la vida, lo hace a través de un grupúsculo, una comuna socialista pero que resulta estereotipada y tan jerárquica como aquello de lo que huyen; una sociedad secreta a imagen y semejanza de la sociedad exterior. No tardan en aparecer las disidencias y la violencia incluso dentro del grupo; y la comuna idealista del principio se convierte en una banda de delincuentes (con poco futuro). 

La película no resulta. No profundiza en la conflictividad social o en las relaciones lésbicas o en los derroteros que toman las vidas de las chicas fuera de la comuna. Se centra únicamente en el estallido de estas chicas contra la violencia que sufren y que al final acaba explotándoles en la cara. Sólo la voz en off de Maddie adulta, que ha conseguido reconducir su vida, da calidez a la película y un matiz de nostalgia y melancolía. 




Intérpretes: Raven Adamson, Katie Coseni, Madeleine Bisson, Claire Mazzerolle, Rachael Nyhuus.
Guion: Laurent Cantet (sobre la novela de Joyce Carol Oates)
Música: Thomas Jamois
Fotografía: Pierre Milon

jueves, 23 de julio de 2015

Novela: Pálido monstruo de Juan Bolea (2012)

El autor.-
Escritor y periodista nacido en 1959 y que según la crítica ha renovado la novela de intriga. También fue concejal de cultura del Ayuntamiento de Zaragoza. Ha creado el personaje de Martina de Santo, subinspectora de policía en la ciudad ficticia de Bolscan y que es protagonista de cuatro de sus novelas: Los hermanos de la costa, La mariposa de obsidiana, Crímenes para una exposición y Un asesino irresistible. También es el organizador del Festival Aragón Negro. 

Mi opinión.-
A mí no me ha gustado mucho esta novela. Parte de una buena idea. Quiere investigar por qué una persona se convierte en un criminal. Para ello, crea el personaje de Eloísa Ángel, pero aquí empiezan ya los estereotipos. Eloísa es una joven treintañera, divorciada y con una hija pequeña. Le gusta pasear por el lado salvaje de la vida y está escribiendo un libro sobre asesinos. Tiene un cuerpo escultural y una melena pelirroja; el fuego que pierde a los hombres. Este es el retrato de esta mujer fatal de fatal destino. Y es lo que menos me ha gustado de la novela, puesto que aparece una mujer unidimensional, de cartón piedra, la excusa perfecta para que los hombres se pierdan sin remedio, cuando en realidad, ella hace poco para que se pierdan.

Poco sabemos de ella. Ni cómo piensa, ni cómo siente. Sólo la conocemos a través de los hombres que circulan por el libro y que son bastante anodinos. Un viejo juez metido a político que termina siendo alcalde; un periodista local de Zaragoza y un joven y prometedor abogado con una infancia de doloroso recuerdo. Al final de estos tres personajes uno cometerá el crimen.

La trama de misterio se anuncia ya en la solapa del libro. Eloísa es asesinada, nos quedará por saber por qué y quién lo ha hecho. Pocas pistas da el autor y en apenas 200 páginas la trama queda bastante diluida. Se entretiene bastante en contarnos las vidas de los hombres que rodean a Eloísa, pero después, apresuradamente, soluciona el misterio de su asesinato sin dar mucha explicación y de una manera bastante trivial.

Sí que me ha gustado del libro que el autor mezcla distintos géneros. A parte de la narración del crimen propiamente dicha, existen también capítulos de crónica periodística, informes de forenses y documentación judicial. Todo ello bien trabado. Pero en conjunto me ha resultado un poco decepcionante.

Bolea podía haber insistido en una descripción de la personalidad criminal, de sus motivaciones y sus orígenes. Al fin y al cabo, la protagonista antes de morir estaba entrevistándose con presos condenados por crímenes horrendos, por ejemplo una madre que había asesinado a sus hijos y no era (o no quería ser) consciente de ello. Sin embargo, no explota esta línea que queda como una mera anécdota, como un capricho de joven rica que quiere ser un poco salvaje. También aprovecha el autor para hacer una crónica política de los últimos años en la ciudad de Zaragoza, pero tampoco se extiende en ella. En fin, que no sé si repetiré con otra obra de Juan Bolea. 

Pálido Monstruo 
Juan Bolea

Ed. Espasa 

lunes, 20 de julio de 2015

Exposición Fotografía: Ana Casas Broda. Kinderwunsch - PhotoEspaña'15


Ana Casas Broda expone en el Círculo de Bellas Artes de Madrid su trabajo sobre la maternidad, Kinderwunsch. Una maternidad oscura, orgánica, nada mitificada, a veces desagradable. Es un proyecto que desarrolló durante 7 años, en los que tuvo dos hijos. Explora las relaciones entre ellos tres y también los procesos de construcción de identidades: de su identidad como madre (diferente de cada uno de los hijos) y de las identidades de sus hijos.


Toma como escenario su propio hogar y principalmente su cuerpo. Deformado, devastado y maltratado por los hijos; un cuerpo ocupado por la maternidad. A veces la artista configura una imagen repulsiva, totalmente alejada de la ñoñería con que se aborda el tema de la maternidad. También hay, no obstante, espacio para el juego y la ternura.


Ana Casas Broda nació en Granada, pero vivió gran parte de su vida en México. En 2003 nació su primer hijo Martín y en 2008 Lucio. Kinderwunsch abarca desde 2006 a 2013. El libro Kinderwunsch recibió el segundo premio al libro mejor editado de Arte del 2013 del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en España. El libro se ha calificado como Fotoensayo, incluye las fotografías y textos de la autora sobre la maternidad. Antes de ser premiado fue un libro rechazado por tener fotografías poco adecuadas para el gusto del público.




Como experiencia física la maternidad está llena de sangre, leche, mocos y otros fluidos corporales más o menos agradables. Pero como experiencia emocional y existencial supone una cierta plenitud que aparece sin duda en este trabajo fotográfico. Otra cosa es que nuestra biempensante y burguesa sociedad se asuste todavía por la corporalidad de una mujer de más de 40 años, que utiliza su cuerpo para expresar otras cosas que no tienen nada que ver con lo explícitamente sexual.



PhotoEspaña’15
Ana Casas Broda. Kinderwunsch
Círculo de Bellas Artes
C/ Alcalá 42 – Madrid

Hasta el 30 de agosto de 2015

jueves, 16 de julio de 2015

Cine: A ciegas de Fernando Meirelles (2008)

Es una adaptación de la novela de José Saramago Ensayo sobre la ceguera. Sin motivo aparente, la gente de una ciudad occidental desarrollada, empieza a quedarse ciega, se ven inmersos en una especie de niebla blanca que les impide ver. Uno a uno van contagiándose, no sabemos cómo, ni tampoco sabemos por qué.

Las autoridades no hacen nada. No buscan el motivo, no buscan una cura. Simplemente aíslan a los afectados en edificios abandonados. Sólo se encargan de abastecerles con comida y agua; pero deberán ser ellos mismos quienes distribuyan las raciones e impongan las normas para poder vivir en ese encierro. Ahí empieza el problema.

Evidentemente, en una situación así, los seres humanos podrían elegir en empezar de cero e instaurar normas igualitarias y equitativas. La justicia y la ética por fin, después de milenios, se situarían por encima de todo. Pero resulta todo lo contrario. El nuevo orden es tan arbitrario como el antiguo y utiliza la violencia y el abuso de poder para imponerse. Lo de siempre.


Me produce una gran frustración esta película. Y mucha rabia también. Sólo una mujer, la mujer del médico (Julianne Moore) parece ser inmune a la infección que les produce la ceguera. Pero a pesar de esto decide ir con su marido ciego y compartir su encierro. Y decide no cambiar nada, no luchar contra el abuso (incluso sexual), no aprovechar la ventaja que le supone ser la única que sigue viendo. Creo que simboliza a la propia humanidad que ve (y que podría actuar y cambiar las cosas) pero decide no actuar (y dejarse llevar por la inercia). A mí me resulta muy irritante. Es como una mártir que no supiera hacer otra cosa que aceptar el martirio. Sin embargo, ahora podría ser la reina, la diosa que todo lo ve y renuncia a ello, por costumbre. No sé si esta novela está escrita para recordarnos a las mujeres (por si se nos olvida) que los hombres han decidido que debemos ser las grandes sufridoras por la causa de la humanidad. Pero a mí me llegaba a desquiciar.


Si es que lo que más sorprende es que una vez que está todo destruido empecemos a reconstruir lo mismo. Los mismos abusos, la misma estupidez, la misma codicia; gente luchando como perros por la comida. Otra vez la crueldad sin ningún motivo, otra vez las mujeres ejerciendo de vertedero de basuras para que los hombres ahoguen su frustración en ellas. Así que si la humanidad tiene la oportunidad de volver a empezar esta vida, ¿lo haríamos igual de mal otra vez? No me lo quiero creer. No quiero ser tan pesimista.

La película visualmente es efectista y resulta fría, el color que predomina es blanco cegador. La ceguera no es oscuridad; parece que es exceso de luz. Es parecido a lo que ahora vivimos con tantas fuentes de información. Tantas fuentes de información emitiendo a la vez sólo producen ruido que ni nos deja oír ni pensar (creo que lo dijo Umberto Eco). Pues la ceguera a las cosas de la vida, nos debería abrir la mirada hacia otras más profundas, pero en esta película no es así. Repetición y rutina. El eterno retorno del abuso y la miseria humanos. 



Intérpretes: Julianne Moore, Mark Ruffalo, Danny Glover, Alice Braga 
Fotografía: César Charlone
Música: Marco Antonio Guimaraes

lunes, 13 de julio de 2015

Cine: Clouds of Sils-María de Olvier Assayas (2014)

La serpiente de Majola
Nietzsche eligió Sils-Maria en Suiza para pasar allí los veranos. Es un pequeño pueblo en el valle alpino de Engadina, en Suiza, que durante el siglo XIX empezó a alcanzar fama por ser destino turístico para enfermos de tuberculosis. No está mal el sitio para tratar de curarse de otros males del alma. El valle es muy cerrado y en el distrito de Maloja se produce un fenómeno muy curioso, ya filmado en 1924: la serpiente de Maloja. El viento arrastra un espeso mar de nubes por el estrecho valle y se dice que es un pronóstico de mal tiempo.


Maloja Snake es también el título de la obra de teatro que consagró a la joven actriz María Enders (Juliette Binoche), hace ya más de 20 años. En la obra, María interpretaba a Sigrid una joven sin escrúpulos que enamora a su jefa, Helena, una mujer en la madurez que termina suicidándose por el abandono de Sigrid. Ahora María ya tiene más de 40 años, está viviendo un divorcio tormentoso y empieza a ser consciente del paso del tiempo. Además, el autor de la obra, que fue su gran amigo y mentor, acaba de morir. Willhelm Melchior estuvo preparando durante años una continuación de esa obra, que ya no podrá terminar. Un director más joven está pensando en poner en escena de nuevo Maloja Snake y quiere contar con María, pero esta vez interpretando a la acabada Helena.

María no está segura de querer participar en este proyecto. Al fin y al cabo, ahora tendría que interpretar a una mujer acabada, después de haber sido la joven que la impulsa al suicidio. Y le da miedo. Pero Valentine, insiste en que sería un buen proyecto. María depende totalmente de su asistente personal, Valentine, interpretada por Kirsten Stewart. Es su secretaria, su confidente, quien le ayuda a preparar sus personajes, quien mantiene a raya a la prensa, quien le aconseja sobre qué vestir, qué decir, qué papeles interpretar. La admira y al mismo tiempo su convivencia con ella es tensa. Es muy competente y concienzuda. Pero siempre está a punto de estallar; los novios no le duran mucho tiempo y no sabemos por qué. Existe una atracción entre ellas que el director solamente insinúa.

El tercer vértice del triángulo es una joven y conflictiva estrella de Hollywood; es todo lo opuesto a una actriz de método como María Enders. Jo-Ann Ellis (Chlöe Grace Moretz) empieza a destacar en su profesión, pero sobre todo por ser protagonista en la prensa del corazón y del escándalo y en las redes sociales: por sus problemas con el alcohol y por sus novios y también la mayor parte de las veces por comentarios sacados de contexto. Sin embargo, a ella parece darle igual y sólo le importa su carrera como actriz. Al mismo tiempo, en su vida personal está viviendo una situación similar a la que vive Sigrid en la obra de teatro, Majola Snake. Se ha enamorado de un escritor mayor que ella y casado. En cierta manera, ha sido responsable del intento de suicidio de la esposa de este último amante.

Planteado así parece que el triángulo entre las tres mujeres sería crucial en el desarrollo de la trama. Pero yo me quedé con la sensación de que nada es lo que parece en esta película. La tensión sexual lésbica en ningún momento de la película se llega a desarrollar. Otra línea narrativa clara en ella es el paso del tiempo y cómo debemos enfrentarnos a la vejez cuando todavía nos sentimos jóvenes. Sin embargo, María Enders no vive este paso del tiempo de manera amarga sino en plenitud y muy serena. El hecho de perder protagonismo en la prensa en favor de actrices más jóvenes no le importa en absoluto, es algo que agradece y de lo que se ríe.



María se refugia en Sils-María (como los enfermos del XIX) para preparar la obra de teatro. Al final, ha aceptado interpretar el papel de Helena, a pesar de que le daba miedo hacerlo. Y son magníficas las escenas en que prepara el personaje con la ayuda de Valentine: como parte del juego que el director nos propone, en determinados momentos no sabemos si son Helena y Sigrid las que hablan, sufren y se reprochan o son María y Valentine. Personajes y actrices que los interpretan forman un juego de reflejos que distorsiona la realidad. En Sils-María pasan cosas que la serpiente de nubes se encarga de limpiar. La vida es aceptar el paso del tiempo y darse cuenta de que cuando el tiempo pasa, tú todavía estás ahí, un ratito más. 


La música muy bien elegida: desde Kowalski de Primal Scream que provoca vértigo y mareo al melancólico Canon de Pachelbel; la doliente emoción del Xerxes de Haendel y la turbulencia del Concierto nº2 de Rachmaninov.

Dirección y guion: Olivier Assayas
Fotografía: Yorick le Saux


jueves, 9 de julio de 2015

Cine: Suite Francesa de Saul Dibb (2014)

Nueva película sobre la II Guerra Mundial, pero esta vez contando la ocupación de Francia a través de una pequeña historia de amor, entre una joven francesa recién casada y un oficial alemán. Creo que los franceses no han terminado de asumir (ni de perdonarse) su pasado de colaboración con los ocupantes nazis. Esta película está basada en la novela, en realidad iba a ser una serie de novelas, del mismo título que quedó inacabada por la muerte de su autora Irène Némirovski en 1942, en Auschwitz. Némirovski había nacido en Ucrania y era de religión judía, aunque ella siempre se consideró laica, burguesa y muy rica. Su familia había huido de la revolución rusa y se había exiliado en Francia, con la esperanza de poder vivir en paz, en un país que había hecho del laicismo su religión de estado. Fue una ironía que ni siquiera allí encontrase protección. Nunca se le concedió la ciudadanía francesa, aunque poco importaría esto cuando los judíos franceses también fueran deportados y víctimas del holocausto. En unas notas personales escribió: “¡Dios mío! ¿Qué me hace este país? Ya que me rechaza, considerémoslo fríamente, observémoslo mientras pierde el honor y la vida”. 

Así proyectó su obra iniciada ya en los primeros meses de la guerra. Como he dicho, se trataba de un conjunto de cinco novelas que tratarían la ocupación francesa, aunque sólo tuvo tiempo para realizar dos de ellas. Una galería de personajes para retratar la miseria humana: los colaboracionistas, los explotadores, los hombres abusando de mujeres, los primeros intentos de resistencia, los primeros enamoramientos imposibles. En la película no se profundiza demasiado y resulta un poco fría y formal. Muy bien interpretada y también muy bien ambientada pero le falta un poco de vida, especialmente por parte de Matthias Schoenaerts que interpreta al joven oficial alemán amante de la música y que detesta la violencia.


Es también una historia de mujeres, de cómo las mujeres “ocupadas” viven la guerra. Lucille Angellier (Michelle Williams) se ha casado sin apenas conocer a su marido y ahora él está prisionero en Alemania. Vive en Bussy con su suegra (Kristin Scott-Thomas) preocupada por recaudar las rentas de sus inquilinos hasta el último céntimo, a pesar de la guerra. La suegra es una mujer dominante y estirada, capaz de dar miedo a los mismos oficiales nazis, pero que al final sorprenderá a todos. Lucille siente una gran pasión por la música, igual que el oficial alemán. Ese será su punto de unión. La película se aleja del maniqueísmo entre ocupados franceses buenos y ocupantes alemanes malos y pone de manifiesto que las diferencias se dan entre las personas, no entre nacionalidades.

Con este planteamiento hubiera sido fácil que la película se convirtiese en un dramón romántico, pero realmente pasa lo contrario y resulta ser excesivamente sobria. No consigue transmitir emoción a pesar de las buenas interpretaciones y de la excelente banda sonora.  


Director: Saul Dibb
Guión: Saul Dibb y Matt Charman
Música: Rael Jones 

lunes, 6 de julio de 2015

Ensayo: La catástrofe perfecta de Ignacio Ramonet (2009)

El autor.-
Periodista español, nacido en Galicia y criado en Tánger. Estudió en École des Hautes Études en Sciences Sociales en París. Es director de la edición en español de Le monde diplomatique. Muy ligado a los movimientos sociales; también escribe en rebelion.org Otras obras suyas son: Hugo Chávez mi primera vida, La explosión del periodismo, La tiranía de la comunicación.

Mi opinión.-
La catástrofe perfecta es un libro muy didáctico. Escrito de forma sencilla, directa y contundente. Presenta las consecuencias principales que ha tenido toda una época de desregulación y de sacralización del mercado y de sus supuestos equilibrios. Una crisis brutal. Pero ahí estábamos todos, adorando al becerro de oro. Ciegos a otras experiencias históricas que podíamos haber considerado un aviso.

Repasa los fundamentos teóricos del neoliberalismo de los años 1970 y de la Escuela de Chicago, furibunda enemiga de las políticas keynesianas. Menciona a Schumpeter y su “destrucción creadora” como nueva versión del darwinismo social, el que triunfa tiene su espacio en el mundo y el que no triunfe “que-le-den”, merece lo que le pasa por perdedor. Hayek y su “estado mínimo”, cuyo único objetivo es destruir al “estado providencia”, también aparece por el libro. Y por último, Friedman, virtual apologeta de la nueva violencia capitalista, consistente en tomar el poder democráticamente o no (no nos vamos a andar con tonterías) e imponer cambios económicos drásticos (algo que ya expuso Naomi Klein en La doctrina del shock). Vamos que, no hay duda de que estos tres autores deben de estar en la mesilla de noche de Angela Merkel y ser sus caballeros andantes (aunque más que desfacer entuertos se dediquen a estrangularnos).

Los nuevos mandamientos para esta nueva religión, incuestionable y fundamentalista, cuyo dios es el mercado serán: privatización, liberalización, despidos masivos y propaganda. Y a pesar de que ya hubo escándalos financieros a partir de los años 2000, no se pudo o no se quiso implementar una regulación destinada a impedir esa falta de ética en los negocios. Ya John M. Keynes había dicho que la libertad económica estimula los instintos animales. Los ultraliberales arrasaron con todo, son una estirpe de voracidad incontenible e instinto depredador. Una masculinidad agresiva, competitiva y conquistadora.

No podría afirmarlo rotundamente pero siempre me ha parecido que toda la literatura New Age o de autoayuda tenía un tufo ultraliberal considerable. Su conocido mantra si no encuentras trabajo la culpa no es tuya, pero tu actitud no es la correcta, no es lo suficientemente positiva, no visualizas el éxito, no luchas por tu trozo de queso. Gilipolleces, si yo no encuentro trabajo es porque esa gentuza se ha dedicado a destruir puestos de trabajo y a deslocalizarlos para ahorrar costes.

Y durante todo este tiempo, ¿la izquierda donde estaba? Pues eso, ¡a por uvas! Según Ignacio Ramonet estaba en un momento (que ya les dura) de vacío teórico. Una socialdemocracia (que más valdría que se llamase liberaldemocracia) que comulgaba o se veía obligada a comulgar con las tesis más neoliberales. Se quedó sin organización, sin doctrina, sin brújula, sin identidad. Ramonet considera que la “tercera vía” de Giddens (sociólogo de cabecera de Tony Blair) fue un renunciamiento. Favorecía la privatización, el debilitamiento del estado y del sector público.

Pero ahora, los movimientos 15-M y Podemos ¿no serán meras utopías? Los ciudadanos estamos poco preparados políticamente. Me refiero a que conocemos poca teoría política. Creemos que un gobierno puede implementar los cambios necesarios en un corto período de tiempo y quizá no sea así. Los ciudadanos, aunque estamos interesados, nunca disponemos de toda la información para poder tomar una decisión coherente; no dominamos todas las variables que influyen en una decisión política, no conocemos tampoco la fuerza de los grupos de presión ni hasta dónde llegan sus tentáculos. Ramonet ve que hay posibilidad de refundación a través de los movimientos ciudadanos organizados, pero yo soy escéptica. Los cambios para que se consoliden requieren un largo plazo y los ciudadanos (sobre todo el electorado volátil) se desencantan enseguida, no está dispuesto a mantener un compromiso a largo plazo con ningún partido.

Considera también que es posible un desarrollo sostenible que atienda a los principios de precaución, solidaridad y participación; que mantenga la soberanía de los ciudadanos sobre los recursos estratégicos y que propugne un cambio en el modelo energético, para potenciar la biodiversidad y para evitar la dependencia geopolítica.

Pero, ¿cuál sería ese nuevo modelo energético? El nuclear tendría demasiados riesgos todavía y las energías renovables parece que no resultan tan rentables como se esperaba. Los biocombustibles dieron lugar a una fuerte crisis alimentaria por la especulación brutal en el precio de alimentos básicos.

Parece que pintan mal las cosas. Se ha visto que el neoliberalismo propició esta crisis brutal, descrita sintéticamente en La catástrofe perfecta. Sin embargo, los gobiernos quieren sacarnos de la crisis potenciando todavía más el neoliberalismo. No sé qué va a ser de nosotros. Muy recomendable este ensayo.


La catástrofe perfecta
Ignacio Ramonet

Icaria Editorial 

jueves, 2 de julio de 2015

Exposición Fotográfica: Chema Madoz - Las reglas del juego (2008-2014) - PhotoEspaña'15

Chema Madoz (Madrid 1958) nos propone en su tercera retrospectiva jugar rompiendo las reglas del juego. Presenta en esta exposición, dentro de PhotoEspaña’15, más de 100 fotografías en blanco y negro, realizadas en diferentes formatos desde el año 2008 al 2014 y positivadas en papel baritado. Madoz es un fotógrafo de prestigio internacional, Premio Nacional de Fotografía en el año 2000 y se puede decir que sus fotos son poemas visuales. 


Aunque en esta exposición sigue su estilo personal, distorsionando y descontextualizando objetos, también incluye esta vez a las palabras. En una entrevista que concedió para El País, resalta que las palabras utilizadas son las de autores que le interesan, como Julio Cortázar, Emily Dickinson o Kafka. Así las palabras construyen tanto una tela de araña, un muro de ladrillos, una alambrada o un juego de cordel; se configuran como el principio y el final del mundo, porque todo lo que vive y muere en el mundo está construido por las palabras.



Madoz es más que un fotógrafo; construye realidades poéticas, metáforas que deforman el sentido de los objetos que después fotografía. Violentar el significado del objeto a veces puede producir risa y a veces reflexión; pero de todas maneras siempre necesita la participación activa del espectador.



Con horas de trabajo intelectual obtiene imágenes de aparente sencillez. Así puede encontrar magia en lo cotidiano simplemente emparejando, sustituyendo o asimilando objetos (o palabras) a conceptos o situaciones en las que normalmente no suelen encontrarse. Es una matriz de juegos infinitos en la que tiene escasa presencia la figura humana y que nos lleva de la sorpresa a la fascinación.





Chema Madoz – Las reglas del juego
Sala Alcalá 31, c/ Alcalá 31 – Madrid
Hasta el 2 de agosto de 2015