jueves, 26 de diciembre de 2013

Exposición de Pintura: El Surrealismo y el Sueño

André Breton fue el promotor del surrealismo, un movimiento principalmente literario y pictórico surgido a partir de 1920. Fue definido por él mismo, como automatismo psíquico puro. Decía en el Primer Manifiesto Surrealista que el ser humano es un soñador sin remedio, abrumado por las normas y rutinas sociales de su condición de adulto, que añora la infancia donde no tenía límites y donde cada uno de los días de su vida, podía ser lo que quisiera ser. “Múltiples vidas vividas al mismo tiempo”, dice textualmente. 

El punto de partida del surrealismo es el impacto brutal que tuvo la Gran Guerra en los jóvenes. Fue el inicio, más o menos, de un pensamiento crítico contra la modernidad; una sacudida para la biempensante burguesía. Y también estuvo muy influido por el descubrimiento del psicoanálisis. 

Se trataba, pues, de subvertir el orden. A través de la fantasía como ruptura con lo cotidiano, y estudiando los miedos reprimidos, a través del psicoanálisis. Buñuel dejó escrito, también, que los surrealistas luchan contra lo establecido con el escándalo (parecido a lo que las activistas de FEMEN hacen ahora en el siglo XXI).

Remedios Varo. Papilla estelar
Esta exposición que vi hace unos días, se centra, específicamente, en las relaciones de surrealismo y sueño. Lo cual me ha parecido un poco extraño, porque, en realidad, todo el movimiento surrealista es, por definición, onírico. No creo que haya un surrealismo no dependiente del mundo de los sueños; “surrealismo” es aquello que está por encima de la realidad. Y eso, sin duda, es el mundo de los sueños, lo que está fuera de la consciencia. 

La exposición es muy extensa. 163 obras, la mayoría pinturas, pero también fotografías y algunas esculturas; además de video-instalaciones entre las que está, El perro andaluz de Buñuel. 

Todo un lujo poder ver las obras de Dalí, Paul Delvaux, René Magritte, Odilon Redon y también otras de pintoras menos conocidas, pero muy interesantes como Ángeles Santos, Claude Cahun, Remedios Varo, Leonor Fini o Dorothea Tanning. Incluye también obras de Nadja, una autora que inspiró la novela surrealista de André Breton del mismo nombre. 

Ángeles Santos. La Tertulia
Ángeles Santos murió el mes pasado. Tenía 102 años y en sus inicios como pintora fue aclamada por la crítica y los intelectuales de la época, la Generación del 27; sin embargo, su pintura no se ajustaba a lo que el público burgués demandaba. Después de una crisis, empezó a dulcificar sus obras. Alma que huye de un sueño llama mucho la atención. El cuerpo, partido en dos como si se tratara de una nuez, deja escapar al alma que asciende hasta encontrarse con otro personaje.

Otra artista que me ha interesado mucho ha sido Claude Cahun, fotógrafa y escritora. Incluyendo en sus obras, las primeras referencias a la intersexualidad, al transgénero o al género neutro. Eligió un nombre que en francés puede referirse tanto a hombres como a mujeres, Claudio o Claudia. La ambigüedad sexual. Colaboró en la realización de sus obras con su pareja de toda la vida Marcel Moore, que también era su hermanastra. Importantes sus autorretratos y fotomontajes. Embarcada en lo que me parece una búsqueda de sí misma, un reconocimiento desde fuera. 
Claude Cahun. Autorretrato

Exposición muy recomendable.


Museo Thyssen-Bornemisza
Paseo del Prado 8, Madrid
Del 8 de octubre de 2013 al 12 de enero de 2014

jueves, 19 de diciembre de 2013

Fotografía: Todo Centelles 1934-1939

El autor.-
Agustí Centelles, 1909-1985, sentó las bases del fotoperiodismo de guerra en España. Había nacido en Valencia, pero se consideraba catalán. Así lo reconoce en Diario de fotógrafo, libro que escribió desde el campo de concentración de Bram (Francia) y que está dedicado a su hijo Sergi “y a los que puedan venir posteriormente”.  Con 15 años entró a trabajar de aprendiz en el taller de un fotógrafo y pasando por otros estudios más terminó de aprender el oficio. Cuando estalló la guerra civil fue destinado a cubrir el Frente de Aragón, coincidiendo con Robert Capa y Gerda Taro; esto se puede comprobar porque Robert Capa aparece en alguna de las fotos de Centelles. Parte de las fotografías que tomó allí son las que se pueden ver en esta exposición. 

Al final de 1939, se exilió en Francia y fue a parar al campo de concentración de Bram. Allí las autoridades francesas mantenían “refugiados”, en realidad detenidos, a los exiliados republicanos españoles que habían huido de las represalias franquistas. Centelles tenía un carnet de periodista expedido por las autoridades francesas y pudo organizar un pequeño laboratorio fotográfico dentro del mismo campo y documentar las condiciones en las que vivían los retenidos españoles. Parte de este material se editó en forma de libro en el año 2009 y se titula La maleta del fotògraf. Durante los años de la ocupación nazi de Francia colaboró con la Resistencia. Cansado del exilio volvió a España en los años 40 pero dejó todo su archivo fotográfico en una maleta en casa de unos amigos en Carcassonne; no se atrevió a traerlo hasta 1976, por miedo a que algunas personas que salían en las fotos fuesen represaliadas. Fue juzgado y puesto en libertad condicional, pero nunca pudo volver a trabajar como fotoperiodista. Desde entonces y casi hasta su muerte se dedicó a la fotografía industrial y publicitaria. 

El Ministerio de Cultura compró este archivo fotográfico recientemente.

La exposición.-
Son más de 80 imágenes tomadas desde 1934 a 1939, desde su inicio como fotoperiodista independiente hasta el final de la Guerra Civil y el exilio. Son fotografías muy emocionantes, de momentos cruciales en la vida de las personas que sufren una guerra. Son despedidas de milicianos que parten a la guerra; son familias huyendo de los bombardeos; son descansos en medio de las batallas; son milicianas que muestran en su rostro todas las emociones posibles; son cadáveres de caballos haciendo de barricada. Siempre me ha parecido que este tipo de fotografías, tomadas en la guerra, sobrepasan su condición de documento histórico y se convierten en nuestra dolorosa biografía colectiva. 


Todas las fotografías de la exposición están documentadas y fechadas y en alguna de ellas incluso están identificados los protagonistas. Son “copias del autor”, que a partir de 1976 se dedicó a positivar y catalogar las imágenes, consciente de su gran valor histórico. Y yo también diría artístico. Centelles fue de los primeros fotógrafos en España que utilizó la Leica. Esta cámara es un mito para los fotoreporteros. Liberaba al fotógrafo de la pesadez de la cámara de placas que tenían que utilizar con trípode y le proporcionaba rapidez en el encuadre y en la toma, fundamental para tomar una instantánea comprometida. Aunque, utilizar un negativo pequeño supusiera, a la hora de positivar, una falta de definición (lo que Capa llamaba “ligeramente desenfocado”), esto no era determinante para su publicación en prensa. 

También hay algún retrato que muestra esta vertiente menos conocida de Centelles. Por ejemplo el de Micaela Feldman, militante del Partido Comunista Argentino, llamada la Capitana, porque llegó a ser capitana del ejército republicano español. 

Acompañan a las fotografías de la exposición, prensa de la época donde aparecen publicadas algunas de las fotos y también una entrevista que Paloma Chamorro hizo a Agustí Centelles en los años 80, para RTVE. 



Exposición Todo Centelles 1934-1939
Sala de Exposiciones Paraninfo de la Universidad de Zaragoza
3 de octubre de 2013 – 11 de enero de 2014




jueves, 12 de diciembre de 2013

Cine: El Espíritu del 45 de Ken Loach

Ken Loach es un director de cine y televisión que no rehúye su compromiso político. Sus películas son reflejo de las condiciones de vida de la clase obrera, desde un punto de vista histórico y también actual. Un cine que, a veces, puede resultar frío porque está más interesado en lo que quiere transmitir que en la forma de hacerlo. Es la visión realista lo que caracteriza su cine y esa es la razón por la que a veces, puede parecer seco o con exceso de síntesis, porque la realidad es así. 

Creo que este documental no se estrenó en Zaragoza. Debería ser una obligación verlo; en realidad debería ser la película del año, la que se llevase todos los premios y la que se exhibiese en todos los colegios e institutos. Además de ser una buena película, es una lección de historia. El documental termina donde empieza la crisis-estafa que hoy vivimos: en la privatización de los servicios públicos (garantía de igualdad de oportunidades) y el comienzo de la desregulación de los mercados. 

Lo que Loach llama El espíritu del 45 fue la actitud de los ciudadanos británicos después de la II Guerra Mundial. Europa había quedado arrasada y la única opción era la reconstrucción. Incluso Reino Unido, aunque no había vivido la invasión directamente, sufrió una conmoción brutal. El impacto emocional del peligro que había supuesto el nazismo. Loach pone de manifiesto que, si durante la guerra, la población supo entender aquello que les prometió Churchill, “sangre, sudor y lágrimas” y lo aceptó con fuerza y resignación, durante la posguerra no dieron un paso atrás. Asumieron que su fuerza, la fuerza que nace de mantener un objetivo común, y que se había dirigido a soportar una agresión, a partir de entonces debía estar destinada a construir la paz. 

Al contrario de lo que había sucedido después de la I Guerra Mundial, cuando los combatientes fueron abandonados a su suerte, después de haber servido de carne de cañón; a partir de 1945, los británicos, todos sin excepción, consiguieron la plena ciudadanía, en el sentido analizado por Thomas H. Marshall. 

Marshall fue un sociólogo británico que estudió las diferentes dimensiones de ciudadanía. Él considera que la ciudadanía no es completa si no confluyen tres tipos de derechos: civiles, políticos y sociales. Los derechos civiles, los que protegen las libertades individuales, como el derecho a la propiedad, y los derechos políticos, que garantizan la participación del individuo en la vida pública, aparecen firmemente (más o menos) consolidados a partir de los siglos XVIII y XIX, respectivamente. Pero son los derechos sociales nuestra pelea durante el siglo XX. Creíamos que estaban consolidados, pero asistimos ahora (desde las políticas neoliberales de Thatcher y compañía de los años 1980) a su desmantelamiento con la excusa de la crisis-estafa. 

Esto es lo que analiza Ken Loach en El espíritu del 45. Se apoya en material documental de la época y en testimonios actuales de los trabajadores que vivieron y sintieron ese espíritu en primera persona. Todas las imágenes enlazadas en blanco y negro, para que pasado y presente no pierdan continuidad. Mineros de Gales y Liverpool; enfermeras de Manchester. Todos ellos orgullosos de su condición de clase trabajadora, clase poderosa, si está bien organizada, nos hacen partícipes de sus recuerdos y del entusiasmo por construir la paz. 

Muchas preguntas quedan por resolver al terminar la película: ¿por qué creímos que los derechos sociales eran inamovibles?, ¿por qué no volvemos a luchar por ellos? Como dice el director, si podemos ganar una guerra, ¿por qué no podemos ganar la paz? Si juntos organizamos y desarrollamos campañas militares y ponemos en marcha la industria de la guerra, ¿por qué no podemos poner el empeño en construir viviendas y gestionar hospitales colectivamente? 

Se puede reprochar a la película que no sea autocrítica. En la gestión de la cosa pública hay errores garrafales y también corrupción y engaño; y eso no aparece, porque en esta película se trata de celebrar el espíritu de la vida en común, de la solidaridad y del esfuerzo compartido. La corrupción, el engaño y la estafa que siempre rondan a la gestión pública (y a la privada) no se solucionan privatizando; se solucionan con una ciudadanía activa, consciente de sus derechos y de sus obligaciones y manteniendo unos gestores públicos, profesionales y bien pagados. Apartándose de amiguismos, enchufismos y otras redes clientelares, tan hábiles a la hora de infiltrarse para llevarse el dinero de todos y sepultar a las instituciones con montones de desprestigio y mierda.

Está pasando ahora.




El Espíritu del 45
Producción: Gran Bretaña
Guion y Dirección: Ken Loach
Documental




jueves, 5 de diciembre de 2013

Sociología: Una Europa Alemana de Ulrich Beck

El autor.-
Ulrich Beck es un sociólogo alemán conocido por profundizar en su estudio de la actualidad a través del concepto “sociedad del riesgo”. Actualmente es profesor en la universidad de Munich y en la London School of Economics. Se le considera próximo al Partido Socialdemócrata Alemán.

Mi opinión.-
En su manera de abordar la sociedad actual, enfatiza un factor que, en otras épocas, había sido subestimado o no tenía la entidad que hoy tiene. Es el riesgo entendido como incertidumbre, no como peligro. Es no entender y no saber; es ser consciente de que vivimos una realidad que nos desborda. Y que no podemos aferrarnos a certezas. El riesgo puede ser fuente de motivación y también de paralización. Sus críticos le consideran un alarmista. Es pronto para saber si sus advertencias tienen fundamento o no.

En este libro, a través de la crisis del euro, hace balance de la construcción de la Unión Europea. Su punto de vista es el de un ciudadano alemán, crítico con la miopía de su propio gobierno y que abiertamente muestra su europeísmo. No es una posición cómoda. Para Beck la solución a esta crisis, es asumir plenamente la condición de ciudadanos europeos y la corresponsabilidad de unos con otros. Resalta como renacen las rivalidades y los tópicos de unas identidades sobre otras. Es muy crítico con la actitud de los alemanes intentando “meter en vereda” a los indisciplinados europeos del sur, vistos, otra vez, con prejuicios.

Profundizar en el diseño de una Unión Europea más horizontal, donde los ciudadanos se sientan implicados y se sientan representados por los políticos, es una tarea de todos.

Beck tiene muy claro que es el momento de la Gran Política, de dar un paso adelante y cambiar las reglas para una política económica y financiera común. En la era global no debe valer el “sálvese quien pueda”, sería una muestra de individualismo e insolidaridad. Porque, para su lógica del riesgo, los otros deben ser considerados socios, no competidores ni países de segunda. Incluso desde el punto de vista del realismo más egoísta, asumir una responsabilidad por el otro supone invertir en nuestra propia supervivencia.

Cuando se pregunta qué es Europa, Beck no duda en definirla como “… una alianza de antiguas culturas mundiales y de grandes potencias en busca de una salida a su belicoso pasado”. Es eso lo que frecuentemente olvidamos, que Europa surgió para suturar heridas de guerra, basándose en la idea de que los países que comercian entre sí, “generalmente” no suelen pelear. Así, ve claramente, que es el momento de superar la Europa de los mercaderes e integrar nuevas dimensiones en la idea de “Unión Europea”, para evitar el hundimiento de sus valores.

Opta por aprovechar esta crisis para superar dos visiones de Europa: 1) la de los estados nacionales independientes y enfrentados y 2) la visión abstracta de una Europa burocratizada y alejada del ciudadano. Apuesta por crear la verdadera Europa de los pueblos, porque como Beck recuerda en su libro, Nietzsche dijo que somos “… herederos de muchos miles de años de espíritu europeo”.


Una Europa alemana
Ulrich Beck
Traducción de Alicia Valero Martín
Editorial Paidós