miércoles, 18 de julio de 2012

NOSTALGIA

¿Cuántas palabras caben en un bolígrafo? y ¿por qué salen en el orden que yo quiero? Preguntas-piojo, enredadas siempre en el pelo.

En realidad, ¿para qué quiero un bolígrafo, si tengo un teclado?

¡¡¡¡¡¡¡¡Ay!!!!!! Nostalgia

martes, 3 de julio de 2012

El fútbol y yo


Muchas razones me hacen odiarlo. Pero una vez el fútbol me ayudó. 

Estaba en Trípoli (Líbano), en verano estudiando árabe. Trípoli es la segunda o tercera ciudad del país, mayoritariamente musulmana y muy muy conservadora. No está lejos de Beirut, una hora más o menos en bus. Allí compartía piso con unos compañeros de curso, en una parte de la ciudad reconstruida después de la guerra y tan nueva tan nueva que las calles no tenían ni nombre ¡olé!. Mi nivel de árabe no daba –ni daría ahora, por supuesto – para explicarles a los taxistas donde vivía y su nivel de francés o inglés tampoco nos facilitaba el entendimiento ¡bonita palabra!, así que, por cortesía del profe, llevaba la dirección escrita en un papelito. Aproximadamente decía, en árabe claro: “es el edificio alto, de fachada blanca, enfrente de la farmacia, dos calles a la izquierda, después de pasar la plaza donde está el colegio”. Sencillo, ¿no?

Bueno pues, (aquí empieza el problema), una noche volvía de Beirut “la pija” y me di cuenta de que había cambiado de bolso (nada habitual en mí) y el papelito se había quedado en casa (inteligente, ¿no?). Casi medianoche y no podía recurrir a un taxi ¡bien!, mi casa estaba casi a una hora de la estación, ¡yupiiii!, me tocaba volver andando. Tenía que pasar por un control del ejército sirio ¡¡¡¡pánico!!!!. Aunque hacia años que había terminado la guerra civil (magníficamente cubierta por Maruja Torres ¡qué grande!), el país todavía estaba ocupado por el ejército sirio. Sentí miedo (venga va, lo reconozco) y me quedé paralizada. Ahora, sin dudarlo, pienso que los soldaditos (no es despectivo) hubieran preferido estar en casa con sus madres y que yo también les di miedo, aunque fuera unos segundillos, pero entonces no lo ví así. 

Empezaron a acercarse como en las pelis, el fusil-escopeta-ametralladora-o-lo-que-fuera-con la bayoneta calada ¡uy, uy, uy!. Gritaban (y no hacía falta porque no estoy sorda) y lo único que yo entendía era “passport, passport”, “España”, “España”, risas, ¿risas? y de repente más risas y “brsa, brsa” y risas, muchas muchas risas ¡maldita la gracia!. 

Llegó un teniente-capitán-coronel-o-lo-que-fuera (era guapo) y pude entenderme con él. Después de las preguntas habituales: “¿qué haces aquí?”, ¿estás casada?“, ¿por qué estás estudiando árabe?”, “¿eres periodista?”,  “¿estás casada?” ¡¡¡¡otra vez!!!!; y después de las recomendaciones de: “no vayas sola por la calle, si no es con tu marido”, “es medianoche”, “no es seguro si no vas con tu marido”, “te acompaño a casa, ya que no está tu marido” (¡¡¡pero otra vez con el marido!!! ¿será gay?); y después de otra tanda de “brsa, brsa” y por supuesto después de risas, risas, muchas risas (¡qué poco me reía yo!), en el jeep militar que me llevaba a casa le pregunté qué significaba “brsa” y … (pausa dramática) … Era … Barça, F.C. claro.